lunes, 16 de mayo de 2011

La Teoría y Hércules en Ronald Dworkin


La teoría de Ronald Dworkin es de gran importancia para los estudiosos de la Filosofía y Teoría del Derecho, su crítica más dura, y por la que da origen a su teoría, es la de los positivistas como Hart, que lo llevan a considerarlo como un neopositivista, fundamentalmente en Principios y Reglas.
Para Dworkin, la ley siempre ha de concebirse de modo tal que los derechos fundamentales puedan estar garantizados y que proporcionen la mejor garantía para su reconocimiento y protección, como creencia en la ley. La peor amenaza a tales derechos proviene de quienes son escépticos a ella.
La idea de que el Derecho versa primeramente sobre el reconocimiento de tales derechos siempre ha sido el interés principal de Dworkin. De aquí surgen “Los derechos en serio”, en la cual le da un trato a los derechos como núcleo y justificación última de la ley.
Derivado del contexto histórico en que escribe Dworkin, surgen ideas fundamentales de su teoría, en primer lugar, el reconocimiento de los derechos individuales liberales como elementos básicos y constitutivos de ley; en segundo, la ubicación de tales derechos en el contexto de una teoría política liberal, y finalmente, la necesidad de formular una teoría del Derecho que pueda relacionar los dos primeros aspectos.
Para cumplir con el último punto, propone mejorar el razonamiento judicial, interpretando la ley de una manera completa y exhaustiva, buscando razones y consideraciones que pueden ser pertinentes para la justificación de un Derecho. De esta manera, las normas legales ocultas pueden ser descubiertas.
En tal orden de ideas, toma el sistema existente (de Derecho) como referencia, siempre que su interpretación sea adecuada, en cada caso los derechos pueden derivarse de la ley existente. En contraposición, sostiene que el orden jurídico, entendido como un todo orgánico, no se limita  a indicar quiénes tienen la facultad de decidir en casos difíciles e imprevistos, mediante sus normas secundarias, sino que orienta y regula la decisión correcta que estos órganos deben adoptar. Para ello debe acudirse a la Historia del Derecho y del pensamiento jurídico, analizando las razones que sirvieron de fundamento y justificación a otras decisiones en el pasado.
Dworkin usa la conocida metáfora del Juez Hércules, un juzgador ideal, inmensamente sabio, conocedor de todo el Derecho pasado y presente, de todas las fuentes, y capaz de rastrear toda esa información en un tiempo limitado. Con ese conocimiento, Hércules traerá a cada caso los antecedentes, los principios, y los argumentos legales más pertinentes, y los integrará dentro de un razonamiento coherente con la tradición de ese sistema jurídico. Hércules puede construir una teoría jurídica general que explique satisfactoriamente por qué un sistema jurídico es como es, hasta en sus últimos detalles, y qué tiene que decir ante cada nuevo litigio. La sugerencia innovadora de Dworkin es que nosotros necesariamente interpretamos la ley de modo similar. La mayoría de las decisiones legales no pueden justificarse de una manera tan directa como siguiendo la ley establecida. El reconocimiento de tal principio como un principio legal es justificable, cuando explica más del material legal que principios anteriormente reconocidos. Y explica cómo y por qué las normas morales y las sentencias afloran en las determinaciones judiciales, a pesar de que la cultura dominante con referencia a la ley y a la teoría legal trate incansablemente de negar este fenómeno.

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